La niñez y la vida en sociedad determinan la necesidad de aprobación en la edad adulta


El ser humano es social por naturaleza y, por lo tanto, necesita algo de aprobación externa. Pero cuando esta búsqueda de aprobación externa se convierte en una necesidad excesiva y de la que dependa el bienestar personal, existe un problema.

En las primeras etapas de la vida es necesaria la aprobación externa, ya que aporta sensación de seguridad y de ser o formar parte de algo. Si un niño no recibe esta aprobación o un refuerzo de su autoestima y, por el contrario, recibe un constante refuerzo de sus defectos, la autoestima de este niño estará debilitada y en un futuro buscará la aprobación que nunca recibió.

La baja autoestima no siempre viene condicionada por valoraciones familiares, también influye el entorno, compañeros de clase, amigos o profesores.

En la edad adulta ya se forma la autoimagen, que es la valoración que se tiene de uno mismo, y está basada en la experiencia personal y el cuidado que se tiene de sí mismo, lo que se construye a lo largo de la vida a raíz de muchas experiencias. Aún en la edad adulta se sigue buscando cierta aprobación, ya que reafirma y da seguridad, pero se trata de dependencia cuando el bienestar de una persona depende de las valoraciones y opiniones de otros. Las actitudes que indican esta dependencia pueden ser:

  • Cambiar de opinión por los argumentos de otra persona o mostrarse agradable ante el desacuerdo.
  • No saber decir no y anteponer las necesidades del resto.
  • No ser espontáneos ni auténticos por miedo al rechazo.
  • Sentimiento de tristeza al no sentir que las propias ideas son aprobadas por el resto.
  • Uso excesivo de “lo siento” y “perdón”.
  • Variar el estado emocional en función de las opiniones.

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